Perdón por haberos dejado abandonados durante
unos días, pero ya estamos de vuelta y con una tarta clásica. Sé que en estos
tiempos en los que están tan de moda los pasteles muy decorados, estas tartas de
estética austera, “desnudas”, pueden no llamar mucho la atención, pero
cualquiera que las haya probado sabe que son deliciosas, precisamente por su
sencillez, por lo conocido de los sabores, por lo seguras que resultan sus
combinaciones. Esta tarta en concreto es siempre un éxito, no hay nadie a quien
no le guste.
Ingredientes para el bizcocho:
5 huevos
150 g de azúcar
150 g de harina
½ cuchara pequeña de impulsor
Ingredientes de la trufa:
200 gr de chocolate
300 gr de nata
(35% de materia grasa)
50
gr de azúcar
Ingredientes de la nata:
300 ml de nata (35% de materia grasa)
30 g de azúcar
½ cuchara pequeña de goma xantana (no es imprescindible)
Ingredientes de la yema:
125 g de azúcar
30 ml de agua
4 yemas de huevo
½ cuchara pequeña de vainilla líquida o en pasta
Preparación:
Comenzamos por preparar el bizcocho, batiendo los
huevos con el azúcar hasta que blanqueen. Añadimos luego la harina y el
impulsor tamizados, mezclando suavemente hasta que estén perfectamente
incorporados. Volcamos la mezcla en un molde de 22 cm de diámetro y horneamos a
190º C hasta que al pincharlo con un palillo salga limpio. Dejamos enfriar el
bizcocho sobre una rejilla.
Por otra parte preparamos la trufa, para lo cual calentamos
la nata y el azúcar en un cazo y cuando comience a hervir retiramos del fuego,
agregamos el chocolate troceado y mezclamos enérgicamente hasta que se funda
completamente. Dejamos enfriar primero a temperatura ambiente y luego en la
nevera, y
cuando esté muy
frío, batimos la trufa igual que si fuera solamente
nata, hasta montarla.
Por otra parte preparamos la nata, uniendo los tres ingredientes y batiendo
hasta obtener una nata bien firme. Seguramente os llamará la atención el hecho
de que le ponga goma xantana. Muchos no sabréis ni de que estoy hablando. La
xantana se utiliza en la cocina profesional para dar textura a las salsas, pero
también para estabilizar cremas y evitar que se desmoronen o que suelten
líquido. Hoy en día algunas marcas comerciales de nata para montar son lo
suficientemente buenas como para que no necesitemos incorporar la goma xantana.
Si os hacéis con una nata para montar de esas que lo aguantan todo, no la
necesitaréis, pero si tenéis dudas la xantana os asegurará la estabilidad de la
nata.
En este punto comenzamos a montar nuestra tarta Massini, para lo que
cortamos el bizcocho en dos capas iguales. Sobre una de ellas pondremos la
trufa, de forma que nos quede del mismo grosor en toda la superficie. Sobre la
trufa pondremos la nata, intentando también que nos quede del mismo grosor y
que no manchemos una capa con la otra, para que se diferencien entre sí.
Cubrimos con la otra mitad del bizcocho y llevamos a la nevera, para que se
asiente mientras preparamos la yema.
Para preparar la yema comenzamos por hacer un almíbar con el agua y el
azúcar, calentándolo apenas hasta que el azúcar se disuelva. Aparte preparamos
un baño María que tendremos listo para utilizar. Sin ponerlas aún al baño
María, batimos un poco las yemas con la vainilla y le añadimos poco a poco el almíbar,
batiendo enérgicamente. Una vez hayamos añadido todo el almíbar, ponemos las
yemas al baño María y continuamos mezclando durante unos minutos hasta obtener
una crema. Un consejito: no tiréis las claras; por si no lo sabíais las claras
pueden congelarse perfectamente sin perder ninguna de sus propiedades. Siempre
podréis utilizarlas en otro momento para hacer unos macarons, un angel cake, o
una Pavlova. En fin, para terminarla, cubrimos nuestra tarta con la yema, espolvoreamos
un poco de azúcar por encima y quemamos con un soplete. Esta última parte no es
obligatoria, pero personalmente creo que mejora tanto el aspecto como el sabor.
Espero que os guste tanto como a mi.
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