sábado, 31 de enero de 2015

Samosas


¿Os he explicado alguna vez que me encanta la cocina hindú? No es que haga habitualmente una variedad muy grande de recetas hindúes, pero entre las 5 o 6 que normalmente pasan por mi cocina, las samosas son un capricho de los que siempre apetecen. Acompañadas de un buen chutney o una raita de pepino, son el aperitivo ideal previo a un delicioso y humeante curry. Hacer la masa de las samosas no es nada fácil, porque es necesario que quede muy, muy fina. Pero la masa brick comprada, que encontramos en supermercados, nos soluciona este problema y, aunque muchos puedan temerle, no tiene ninguna complicación. Solo hemos de procurar no dejar nunca que se seque, porque en tal caso se resquebrajaría y se rompería, y por ello hemos de trabajarla rápidamente y mantenerla bien tapada cuando no la usemos.

Ingredientes:
2 patatas pequeñas o una grande
½ taza de guisantes
1cuchara de cardamomo
1 y ½ cuchara de semillas de comino
1 cuchara pequeña de guindilla rallada seca
1 cuchara de zumo de limón
2 cucharas de cilantro picado
masa brick
sal
aceite suave para freír

Preparación:
Pelamos las patatas, las cortamos en pequeños daditos, la hervimos y las escurrimos. Hervimos los guisantes, que podemos usarlos congelados, o en conserva de buena calidad, en cuyo caso no hay que hervirlos. En una sartén sin aceite tostamos el cardamomo y el comino hasta que se vuelvan aromáticos. Añadimos brevemente la guindilla, retiramos del fuego y picamos en el mortero hasta tener un polvo fino. Mezclamos las patatas, los guisantes, las especias tostadas, el limón y el cilantro y salamos. Cortamos la masa en tiras de unos 4 cm de ancho por 25 cm de largo (que es lo que suelen tener las masas compradas). Colocamos el relleno en una punta de las tiras y plegamos diagonalmente sobre sí mismo para formar triángulos, tantas veces como sea necesario para acabar la tira de masa, tal y como se ve en las imágenes.

Freímos en abundante aceite hasta que estén doradas y escurrimos sobre papel de cocina. Si no somos muy amantes de las frituras, también podemos untarlas con un poco de aceite y hornearlas unos minutos a 200ºC. Quedan mucho más crujientes, lo cual es agradable, aunque su aspecto no es tan auténtico, como podéis ver en esta foto.

Para servirlas, en esta ocasión las acompañé con un chutney de cebollas rojas caramelizadas que me trajo mi hermana de Inglaterra, pero normalmente hago mi propio curry de mango. Como regalo extra, os pongo aquí la receta:
Ingredientes:
1 mango
60 ml de vinagre de vino blanco
50 g de azúcar moreno
1 rama de canela
½ cuchara de jengibre fresco rallado
½ cebolla picada
½ pimiento verde
nuez moscada rallada
guindilla al gusto

Preparación:
Pelamos y picamos el mango, la cebolla y el pimiento en cuadraditos. Los colocamos en una olla junto con el resto de los ingredientes. Cocinamos durante treinta minutos, hasta que adquiera una consistencia similar a la de la mermelada. Dejamos enfriar y lo guardamos en la nevera, en un frasco de vidrio esterilizado, hasta el momento de usarlo.

viernes, 23 de enero de 2015

Pastel de calabaza



Si tenéis la costumbre de leer blogs de cocina, sabréis que hay un momento para cada cosa: las recetas de helados se ponen en verano y las de dulces navideños en diciembre. Por esa regla de tres, las de calabaza tocarían en octubre… pero no me da la gana; en octubre tenía otras cosas en la cabeza, hacía demasiado calor, se me pasó el mes volando… y ahora con este frío me apetecía muchísimo un pastel de calabaza, aunque en el “calendario de bloggers” no toque. Porque al fin y al cabo en esta época del año seguimos teniendo unas calabazas preciosas ¿no?. Además, según “las normas de los foodie bloggers” debería llamarle bundt cake en lugar de pastel… y tampoco me da la gana, que ya tenemos bastantes anglicismos con los que lidiar. Además me huele que este anglicismo en concreto tiene poco que ver con el pastel en si mismo y mucho que ver con una marca concreta de moldes para pasteles (esos con precios prohibitivos agujero en medio y formas preciosas). Así que para mi, sigue siendo un pastel, igual que la primera vez que lo hice, hace ya muchos años.
Si no lo habéis probado nunca, os lo recomiendo  muy encarecidamente, porque es delicioso, húmedo y muy aromático… para quienes piensen que si está hecho con calabaza no puede saber bien, haced la prueba de darles a probar sin decirles que es de calabaza y ya veréis… una de mis sobrinas me pidió una vez que le haga “todos sus pasteles igual a este”… y puso una cara muy graciosa cuando le dije con que lo había hecho.
Ingredientes:
450 g de harina
3 cucharas pequeñas de impulsor
1 cuchara pequeña de bicarbonato sódico
1 cuchara pequeña de sal
1 cuchara pequeña de jengibre en polvo
2 cucharas pequeñas de canela
1 cuchara pequeña de nuez moscada
170 g de mantequilla a temperatura ambiente
120 g de azúcar
200 g de azúcar morena
3 huevos
190 ml de buttermilk, o suero de leche, para no seguir con los anglicismos
270 g de calabaza asada o hervida
Azúcar glasé a gusto
Preparación:
En primer lugar, si no disponemos de suero de leche, mezclamos 190 ml de leche con una cuchara grande de zumo de limón y los dejamos reposar unos 10 minutos. Pero os aviso que últimamente lo encuentro siempre en un conocido supermercado alemán.
Unimos todos los ingredientes secos: harina, impulsor, bicarbonato, sal y todas las especias, y reservamos. Batimos la mantequilla, utilizando la batidora. Añadimos los azúcares y continuamos batiendo hasta tenerlos más o menos integrados. A continuación agregamos los huevos, siempre batiendo hasta obtener una pasta homogénea. Luego la calabaza, que puede estar hervida o asada, pero personalmente os recomiendo asada, ya que incorporará menos agua y añade matices de sabor muy agradables. Finalmente incorporamos los ingredientes secos y el suero de leche, alternándolos en pequeñas porciones, hasta añadirlos totalmente. Introducimos la masa en un molde previamente engrasado. Aunque no tengamos uno de esos que están de moda y utilicemos uno más sencillo, es recomendable que sea de los que tienen un agujero en medio, para que la cocción sea más homogénea. Horneamos a 190º C durante aproximadamente 1 hora, o hasta que al pinchar el bizcocho con un palillo, éste salga limpio. Tras unos minutos reposando en el propio molde, desmoldamos sobre una rejilla y dejamos enfriar completamente antes de cubrirlo con azúcar glasé.

También es interesante la versión cubierta con chocolate, que aunque parezca que no puede ser, combina de maravilla con la calabaza.

domingo, 18 de enero de 2015

Dibujos para pasteles decorados con fondant



 

Existen diferentes formas de decorar un pastel cubierto con fondant cuando queremos que represente un personaje de dibujos. Por supuesto que podemos optar por las figuras en 3d como en el pastel de la Princesa Sofía, o hacer que el propio pastel tenga la forma del personaje, como en el de Hello Kitty que podemos ver es esta entrada, o como en el del violín. Pero los que vemos con más frecuencia son dibujos en dos dimensiones colocados sobre el pastel. En estos casos podemos realizar el dibujo como si armáramos un puzle con trozos de fondant de diferentes colores que hacemos encajar hasta lograr la imagen que queremos, como hemos visto en el de Dora la exploradora o el del águila que vemos en esta entrada, o el de San Valentín. Pero esta vez os enseño otras dos opciones: el dibujo a mano sobre fondant y el papel de azúcar. Para ello os enseño dos formas diferentes de hacer pasteles con motivos de Frozen.


El dibujo a mano obviamente requiere que seamos mínimamente hábiles dibujando, pero el resultado vale la pena no solo por lo bonito, sino también por lo artesanal y único que es… sin duda es un trabajo hecho con amor.

En primer lugar hemos de estirar un trozo de fondant blanco de un tamaño similar al dibujo que queremos copiar y recortar el contorno, exactamente, con todos sus detalles.

A continuación, utilizando un rotulador negro de tinta comestible marcamos todos los contornos y detalles del dibujo. En este punto hemos de ser muy precisos, porque como podemos imaginarnos, no existe goma de borrar que podamos utilizar en estos casos… es decir que si nos equivocamos, tenemos que volver a empezar, que es el enorme problema de este método, que por lo demás me encanta.
Una vez tenemos nuestros dibujos pasamos a utilizar colores comestibles y una batería de pinceles muy finos para dar color a nuestros motivos.

Los dejamos secar y cuando tenemos hecho el pastel y cubierto con fondant, los colocamos sobre el mismo. Tiene la ventaja de poder hacerse con antelación y de permitirnos ser imaginativos a la hora de hacer una composición o de modificar algún detalle del dibujo.


El papel de azúcar es infinitamente más sencillo. Solo tenemos que ir a una tienda de pastelería donde tengan una impresora con tinta comestible y pedir que nos lo impriman (o pedirlos por internet).


Más que fácil… pero hay que tener en cuenta un par de detalles: el papel de azúcar se humedece con mucha facilidad, y si eso sucede se vuelve muy difícil de manipular. Doy fe, un desastre, con la humedad que tenemos en Barcelona, incluso de un día para otro puede quedar inservible. Por ello es recomendable dejar la impresión del dibujo para el ultimísimo momento, cuando ya tengamos el pastel hecho y cubierto con fondant y todos los demás adornos que queramos ponerle, ya preparados. Porque esa es la otra cuestión: para que el acabado sea bonito, hemos de ponerle “algo” alrededor que disimule los bordes del papel, como un adorno hecho con manga pastelera y un frosting, unos sprinkles, o como en este caso, copos de nieve hechos con fondant.


En fin, que ahora ya lo sabéis, si os animáis a hacer un pastel de este tipo, existen opciones más sencillas y otras más complicadas; unas que requieren habilidades especiales y otras que no y podemos elegir según nos veamos capaces o según el tiempo o los recursos de que dispongamos. ¡Hasta la próxima!

domingo, 11 de enero de 2015

Pastel Princesa Sofía



Hace unos días fue el cumpleaños de mi sobrina Sofía… “la princesa Sofía”... ¿y qué mejor ocasión para hacer una tarta de princesa?


Para ponernos manos a la obra lo primero que debemos hacer es conseguir el torso de una muñeca. En las tiendas especializadas venden el torso de Barbie para hacer pasteles… pero Barbie no se parece mucho a la princesa Sofía, así que tuve que ser un poco más imaginativa.


La verdad es que la muñeca que terminé utilizando tampoco es igualita a la princesa en cuestión, pero se le parece un poco más que Barbie. Y utilizar la auténtica princesa Sofía me parecía un desperdicio, ya que después de estar dentro del pastel, la pobre quedaría un poco perjudicada y como es la muñeca de moda, no es que la regalen precisamente.


En fin, la cuestión es que se trataba de ilustrar como hacer un pastel de princesa, sea cual sea la susodicha, que parece una cosa muy complicada y no lo es tanto. Tras hacernos con un torso de muñeca, debemos hornear tres pasteles de distintos diámetros para hacer la falda de la princesa, que será nuestro pastel. En este caso yo los hice de chocolate, pero como decimos siempre, cada uno que los haga a su gusto. Abrimos cada pastel a la mitad, los mojamos con almíbar y los rellenamos con la crema de nuestra elección (yo le puse de frambuesa).











Después montamos los pasteles uno encima del otro, poniendo el más ancho en la base y el más pequeño encima y juntándolos con más crema entre uno y otro. Y en este punto nos toca hacer lo más complicado: darle forma a la falda. Con un cuchillo grande de sierra, como los de cortar pan, rebajamos los pasteles de forma que parezca que es un solo pastel, ancho en la base y que se va estrechando hacia la parte superior. En este punto aparecen por la cocina todos los buitres de la casa a buscar los recortes de pastel para zampárselos. Cubrimos luego todo el pastel con la misma crema con la que lo hemos rellenado y lo enfriamos para que tome cuerpo.



Entonces lo empezamos a decorar poniendo una capa de fondant blanco, que podemos plegar un poco para que parezca el vuelo de la falda. Sobre ella una capa de fondant violeta que recortaremos en los bajos para darle esa forma como de pétalos de la falda de la princesa. Marcamos los pétalos, ponemos una fina tira de fondant rosa sobre la parte blanca de la falda y adornamos la parte violeta de la falda. Para ello utilizamos tres cortantes: uno redondo, como de galletas, otro con forma ovalada y un tercero redondo muy pequeño (que puede ser la punta de una boquilla de manga pastelera o incluso una cañita de plástico) con el que haremos los pequeños círculos que siguen todo el borde de la falda.













Ahora toca vestir a la muñeca, haciendo con el mismo fondant el torso del vestido y poniéndole los adornos que creamos pertinentes. A continuación haremos un agujero en la parte superior de nuestro pastel, para poder introducir el torso de la muñeca. Se trata de intentar hacerlo lo más pequeño y ajustado posible, para que la muñeca no se caiga, por lo que lo mejor es ir escarbando el bizcocho poco a poco. Una vez colocado el torso en su sitio cubrimos la unión aprovechándonos de que el vestido de princesa lleva una tercera capa, también de color violeta, que cortamos con forma de riñón para poder adaptarla a la cintura de la muñeca. Terminamos por adornar el borde de la tercera capa y ya está, princesa terminada.



Lo mejor: la carita de Sofía al ver su pastel de princesa.