Hoy
no hay receta, escribo solo para enseñar este pastel, y por una muy buena
razón: me imponía un poco hacer un ruffle cake, es decir, un pastel con
volantes, y haciéndolo he descubierto que es tan fácil que creo que es el
pastel ideal para quienes quieren hacer su primera prueba con fondant. ¿Por
qué? Porque lo más complicado a la hora de cubrir un pastel con fondant es que nos
quede todo el pastel con una superficie lisa, sin arrugas ni marcas de dedos,
pero esas imperfecciones pueden cubrirse con los volantes. Y en segundo lugar
porque los volantes no tienen ningún secreto y os lo demostraré ahora mismo. Debemos
tener un pastel cubierto con fondant, que nos quede lo más liso posible por
encima, pero sin importar demasiado los laterales porque no se verán. En este
caso, yo hice dos, uno grande y otro pequeño, porque necesitaba sitio a medio
camino para poner unos patines que me pidieron expresamente poner en el pastel,
pero podríamos hacer uno solo muy alto. Y no es por poner los dientes largos a
nadie, pero los hice de chocolate y pistacho (ñam…).
Para
hacer los volantes primero debemos extender un trocito de fondant hasta dejarlo
muy, muy fino y cortar tiras de unos 2 cm de ancho.
También podrían ser más anchas,
o incluso irregulares, dependiendo del aspecto que queramos que tengan nuestros
volantes. Para evitar que las tiras se peguen a la superficie sobre la que trabajamos
es importante que utilicemos azúcar glasé o maizena o una mezcla de ambas. Yo
suelo utilizar azúcar glasé porque no me gusta nada eso de dejar restos de
harina cruda sobre el pastel.
Entonces
con un palito o brocheta (en este caso utilicé una brocheta de madera)
presionamos ligeramente el borde todo a lo largo, tal y como se ve en la foto,
más o menos cada 1 cm o 1 ½ cm para hacer los volantes. Debemos hacerlo con
cuidado de no romper la tira de fondant y ayudándonos con mucho azúcar glasé o maizena.
Luego
colocamos el volante sobre el lateral del pastel, comenzando por arriba y
enganchándolo con un poco de agua o de pegamento comestible.
A medida que lo
enganchamos, vamos arrugándolo un poco para que tenga un aspecto de volantes
más natural. Vamos añadiendo tiras hasta completar toda una fila y luego tantas
como necesitemos, superponiéndolas un poco, hasta cubrir todo el lateral del
pastel. Como se ve en las imágenes, quise hacer un degradé del negro al gris claro,
pasando por un gris intermedio. Pero puede hacerse de cualquier color, o
incluso todo en un mismo tono.
En
este caso acabé de decorarlo con unos patines que hice con fondant, la figura
de un patinador y unos copos de nieve,
porque era lo que quería el agasajado, pero con cualquier otro detalle también
hubiera quedado bonito. Ya sabéis, para un primer intento de usar el fondant,
nada mejor que un ruffle cake.
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