La
receta más fácil del mundo es la de las gominolas. Sin ninguna duda. Solo hace
falta hacernos con un poco de agar-agar. Para los que no sepáis de qué estoy
hablando, os explico que se trata de un gelificante, que se extrae de un alga y
que aventaja a la gelatina en que no necesita frio para solidificar. Y explico
esto último porque he visto montones de recetas de gominolas hechas con
gelatina. Mi opinión personal es que no vale la pena ni intentarlas. No tienen
la misma textura y en el mejor de los casos conservarán su apariencia mientras
las tengamos en la nevera. Además, si queremos hacerlas con alguna fruta muy
ácida no conseguiremos que gelifique.
Porque la gracia de hacer las gominolas
en casa está en hacerlas con algún puré o zumo de frutas natural. En este caso,
yo utilicé una lata de piña, pero podría haber usado la piña natural (y poner
el equivalente de agua), o cualquier otra fruta. Incluso podemos substituir el
azúcar por edulcorante, para reducir las calorías.
Ingredientes:
1
lata pequeña de piña en almíbar (la que yo utilicé tenía unos 140 g de piña
“sólida”)
50
g de azúcar
4
g de agar- agar
Preparación:
Separamos
la piña del jugo que contenga la lata y la trituramos junto con el azúcar.
Ponemos el jugo de la lata en una olla y llevamos a ebullición, comprobando que
en peso corresponda más o menos a la misma cantidad que la piña sólida (en este
caso 140 g); si nos falta líquido, agregamos agua. Una vez hierva, añadimos el
agar-agar en forma de lluvia y removiendo y mantenemos a fuego suave durante 2
minutos. Agregamos el puré de piña y continuamos removiendo sobre el fuego
durante un par de minutos más.
Untamos con un aceite suave los moldes en los
que vayamos a hacer las gominolas y vertemos la preparación en ellos. Dejamos
enfriar a temperatura ambiente por lo menos durante una hora (si es más,
mejor). Desmoldamos y nos ponemos las botas!
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