Creo que una de las primeras
recetas que aprendí a hacer en mi vida es la de las crepes o panqueques.
Recuerdo a mi abuela diciéndome que era importante añadir la leche poco a poco
para que no se formen grumos. La verdad es que una vez descubrí que no hacía
ninguna falta si pasamos la masa por la batidora de brazo (túrmix, minipimer o
como la llamemos), esa receta que de pequeñita me parecía toda una proeza
culinaria, se convirtió en una de las más socorridas. Porque con las crepes
podemos hacer de todo: desde entrantes hasta postres; podemos untarlas con
nuestro dulce favorito comprado o preparar un relleno sofisticado; podemos
plegarlas y comerlas de una en una (o más bien una tras otra) o preparar con
ellas un timbal o pastel; doblarlas en cuatro, enrollarlas, hacer bolsitas,
montar torres… y además están tan buenas!!!! Y de entre todas las posibles
recetas, la de las crepes suzette es la más clásica y una de las más sabrosas.
Empecemos por hacer las
crepes. El secreto de unas buenas creps es que sean lo más delgadas posibles.
Si no las habéis hecho nunca las primeras seguramente serán un poco gruesas,
pero con un poco de práctica veréis como no es tan difícil. Con las cantidades
de esta receta y en una sartén, de 24 cm de diámetro deberían salir unas 20
crepes de un grosor ideal.
Ingredientes para las crepes:
2 huevos
230 g de harina
500 ml de leche
2 cucharas grandes de azúcar
aromatizante, especias o
hierbas
mantequilla para la sartén
Preparación:
Comenzamos
por batir ligeramente los huevos y añadirles la harina tamizada. Agregamos la
leche y batimos como mínimo un par de minutos con la batidora de brazo hasta
asegurarnos de que no queda ningún grumo. Dejamos descansar 10 minutos y
procedemos a darles sabor, según nuestro gusto, o según la preparación que
vayamos a hacer: Si son para un postre llevarán siempre azúcar y algún
aromatizante como vainilla, limón, canela, etc. Si son para un plato salado
podemos no ponerle el azúcar (aunque yo suelo ponerles un poquito en cualquier
caso) y ponerles sal, pimienta, hierbas, etc. En este caso, para las crepes
suzette, yo les pongo azúcar y vainilla. Entonces pasamos a hacerlas en la
sartén. Seguramente habréis oído decir que la primera siempre sale mal y lo
único que puedo deciros al respecto es que no es cierto: si la sartén está bien
caliente antes de empezar a cuajarlas y tenéis la precaución de poner una
pequeña cantidad de mantequilla en la sartén antes de hacer cada crepe, no se
pegan ni se rompen. La calidad de la sartén, también es importante, claro.
Algunos echan la masa en la sartén desde una jarrita. Yo prefiero usar un cucharón
de sopa, para controlar mejor la cantidad de masa que pongo en la sartén, lo
cual es importante si queremos que nuestras crepes sean bien finas. Para
distribuir la masa por la sartén de forma homogénea lo mejor es mover y girar
la sartén, sin tocar la masa que está cuajando, para no romperla. Cuando vemos
que comienza a tener color por los lados le damos la vuelta para que cueza de
la otra cara. Esto podemos hacerlo como más nos guste o como sepamos: hacer
girar la crepe en el aire está muy bien, pero solo si sabemos hacerlo y no
terminamos pegándola al techo; sino mejor usamos una paleta para darle la
vuelta. Una vez las tenemos todas hechas pasamos a preparar con ellas nuestro
plato o, si no las usamos en seguida, las tapamos con film transparente para
evitar que se sequen por los lados.
Ingredientes
para las crepes suzette:
100
g de mantequilla
70
g de azúcar
200
ml de zumo de naranja o de mandarina
1
chupito de Triple Seco o Grand Marnier
Preparación:
Ponemos
en una sartén la mantequilla y el azúcar y calentamos, mientras movemos la
sartén, hasta que comience a tomar color de caramelo. Añadimos el zumo, que
puede ser de naranja o de mandarina: actualmente todo el mundo las hace de
naranja, pero la receta original de las crepes suzette era con mandarinas, y la
verdad es que personalmente, las encuentro más aromáticas. Dejamos que la salsa
espese durante uno o dos minutos, moviendo la sartén todo el tiempo. Entonces
echamos el chupito de Triple Seco (o de Grand Marnier) y flambeamos ¡con mucho
cuidado, por favor!. Si no nos atrevemos a flambear tampoco es imprescindible.
Plegamos las crepes en cuatro, es decir, doblándolas primero por la mitad y
luego otra vez por la mitad; y las sumergimos en la salsa de una en una, por
las dos caras para que se empapen bien. Al sacarlas de la sartén las
depositamos directamente en los platos en las que las vamos a servir. Y las
comemos inmediatamente, cuando aún están calentitas.
Con dulce de leche |
Con chocolate |
Y
si no queremos liarnos a preparar la salsa, o tenemos niños a los que no les
daremos un postre con licor, siempre podemos rellenar nuestras crepes con una
crema de chocolate, con mermelada o con dulce de leche… ñam, ñam!
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