Antes
de que se acabe la temporada de fresas, no podía faltarnos un postre en el que
se luzcan. Si además se trata de un postre fácil de preparar, fresco y muy
apetecible, no hay excusa para no hacernos con una caja de fresas y ponernos a
montar estas deliciosas copas, con este postre tan británico. Por supuesto,
esta es mi versión, fácil y a mi gusto… seguramente habrá quien diga que el
triffle original es diferente. Seguramente tenga razón. Pero eso no quita que
éste sea bueno, bonito y sabroso, así que allá vamos.
Para
6 copas
Ingredientes:
400
g de nata
200
g queso de untar (tipo Philadelphia)
40
g de azúcar
1
cuchara pequeña de vainilla líquida
1
Kg de fresas
1
bizcocho (casero o comprado, el que sepáis hacer, el que más os guste)
1
copita de oporto
1
sobre de gelatina de fresas
Preparación:
En
primer lugar, preparamos la gelatina, siguiendo las instrucciones del
fabricante y la ponemos a enfriar en la nevera en una fuente cuadrada o
rectangular, para poder luego, cuando haya solidificado, cortarla en
cuadraditos. Si nos decidimos por hacer el bizcocho nosotr@s mism@s, tenemos
que ponernos a hornear. En este caso yo utilicé el mismo bizcocho que os enseñé
al hacer el tronco de navidad , solo que después de hornearlo lo dejé enfriar sin enrollar. Escogí éste
porque necesitamos cortar discos de bizcocho del diámetro de nuestras copas
pero de apenas 1 cm de alto, y hacer una plancha grande y fina de bizcocho me
facilita la tarea.
Pero podemos hacer cualquier bizcocho, el que sepamos hacer,
el que nos guste. Uno de esos de los que se venden en los supermercados las
mezclas para hacer rápidamente, uno que compremos ya horneado, o incluso los restos
de uno que hayamos usado para otra preparación. Solo tenemos que cortarlos en
capas delgadas y con un cortapastas redondo de un diámetro un poco inferior al
de las copas que vayamos a utilizar cortar 12 discos para las 6 copas. Fijaros
bien en la forma de vuestras copas: las que normalmente se usan para los
triffles son completamente cilíndricas, es decir que tienen el mismo diámetro
tanto en el fondo como en el borde de la copa. Las mías no, así que corté 6
discos pequeños para poner en el fondo y 6 grandes para poner a mitad de la
copa; es un factor a tener en cuenta. Por otra parte lavamos las fresas y las
cortamos por la mitad, reservando unas pocas enteras para decorar.
Además
preparamos la crema, para lo que montamos la nata con el azúcar. No hace falta
que quede muy firme, solo que comience a tomar consistencia. Entonces añadimos
el queso para untar y seguimos batiendo hasta que nos quede una crema firme,
que aromatizamos con la vainilla. Y finalmente montamos las copas: comenzamos
por poner un disco de bizcocho en el fondo. Ayudándonos con un pincel de
silicona lo mojamos con un poco de oporto. También podríamos usar jerez, o si
este postre lo van a tomar niños, mojarlo con un poco de almíbar o zumo de
naranjas. Disponemos las mitades de fresa, acomodándolas para que se vean
bonitas a través del cristal. Por cierto, además de fresas podrían utilizarse
otras frutas; las más tradicionales, por supuesto son las frambuesas, moras,
grosellas, arándanos… Cubrimos con un poco de crema y algunos cuadraditos de
gelatina. Ponemos la segunda capa de bizcocho y la mojamos. Disponemos una
segunda capa de fresas, el resto de la crema y el resto de la gelatina.
Finalmente adornamos con las fresas que habíamos dejado enteras.
A este postre
le va muy bien pasar unas horas en la nevera antes de consumirlo, para que
adquiera aún mejor sabor. ¿A que es fácil? ¡Venga, todos a hacerlo!
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