Aunque siga haciendo calor, estamos ya en otoño y
dentro de nada podremos disfrutar de los membrillos. De momento y como aún
están verdes nos conformamos con comprar el dulce de membrillo y hacer con él
un pastel que ya empieza a recordarnos un poco al otoño. Un pastel inspirado en
un postre clásico (el queso con membrillo), muy fácil de hacer y que puede
disfrutarse incluso aunque siga haciendo calor. Como el verano aún no quiere
marchar es un pastel que no necesita horno y para variar un poco, hicimos las
fotos al aire libre... espero que os guste.
Ingredientes:
100 g de galletas tipo María
100g de frutos secos (nueces, almendras, avellanas,
lo que os guste), más otro puñado para decorar
75 g de mantequilla
200 g de nata con un 35% de materia grasa
50 g de azúcar
250 g de queso para untar (tipo Philadelphia)
1 cuchara pequeña de vainilla líquida o en pasta
7 láminas de gelatina
400 g de membrillo
2 cucharas grandes de brandy
Preparación:
Comenzamos por preparar la base del pastel, para lo
que trituramos los frutos secos hasta que no queden trozos grandes. Yo le puse
nueces, pero podéis utilizar los que más os gusten. Agregamos a los frutos
secos las galletas, para triturarlas también y posteriormente unimos todo con
la mantequilla fundida, hasta obtener una pasta con la que cubrir el fondo de
un molde desmontable de 17 cm de diámetro, previamente forrado con papel de
hornear (aunque no vayamos a hornear el pastel, nos será más fácil desmoldarlo
luego). Ponemos el molde en la nevera, mientras preparamos la capa de pastel de
queso. Para ello calentamos la nata con el azúcar casi hasta que hierva. Remojamos
5 hojas de gelatina en agua fría y las disolvemos en la nata caliente. Añadimos
el queso y la vainilla y mezclamos bien. Vertemos la mezcla en el molde, sobre
la base de galleta y frutos secos y dejamos enfriar en la nevera durante 4 horas. Pasado ese tiempo ponemos el dulce de
membrillo en una olla junto con las 2 cucharas de brandy más 2 de cucharas de
agua y removemos a fuego lento hasta que se disuelva. Puede que necesite alguna
cuchara más de agua. Entonces hidratamos en agua fría las otras dos láminas de
gelatina y las agregamos al membrillo. Este último paso no es imprescindible,
pero ayudará a que el membrillo se aguante mejor sobre el pastel cuando lo
desmoldemos. Entonces vertemos el membrillo sobre el pastel de queso, antes de
que enfríe y vuelva a tener consistencia. Dejamos enfriar 2 horas más en la
nevera. Desmoldamos y adornamos con un puñado de los mismos frutos secos que usamos
en la base. Feliz otoño!
Se ve delicioso
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