Hoy
se estrena la nueva película de Star Wars, y además es el cumpleaños de una
personita muy especial que se merece este pastel y mucho, mucho más. Así que
manos a la obra y a hacer un R2D2, que es el personaje más entrañable de la
saga… bueno, al menos para mí.
Empezamos por hacer los bizcochos, rellenarlos,
darles la forma y cubrirlos con ganache de chocolate para que no suelten migas.
En este caso, a petición de la homenajeada, de chocolate y dulce de leche, que
además, es mi combinación favorita!!! Por otra parte, para las patas utilicé
tabletas de chocolate enteras, que corté con un cúter y mucha paciencia para
darles la forma. Puede ser que mientras las cortemos se rompan… de hecho, a mí
me pasó… ¿y a quien no se le ha partido nunca una tableta de chocolate por
donde no quería? (normalmente te terminas comiendo 3 o 4 cuadraditos más porque
¡total ya se han separado!). Pero no hay que desesperar, ya que en este caso,
fundimos un poquito de chocolate en el microondas y lo utilizamos a modo de
pegamento para volver a unir los dos trozos; cinco minutos de nevera y problema
solucionado.
Cubrimos con fondant blanco tanto el cuerpo de R2D2 como las patas
de chocolate. Luego pintamos la parte superior del cuerpo, lo que sería “la
cabeza”, con pintura comestible metálica plateada. Dejamos secar y colocamos
una tira de fondant de color azul celeste alrededor de la cabeza. Ahora podemos
enganchar las patas. Para ello podemos utilizar pegamento alimentario o un poco
del mismo glasé que utilizamos para decorar galletas.
Añadimos un círculo del
mismo azul en lo alto de la cabeza y 6 rombos a su alrededor. Todas estas
piezas pueden pegarse igual que las patas. Y continuamos agregando rectángulos
de diferentes tamaños hasta que R2D2 se empiece a parecer a sí mismo. Los de
color plateado los haremos con fondant blanco y los pintaremos con la pintura
comestible metálica plateada. Hay algunos puntos en rojo y un gran círculo
negro en lo que a mí me parece “la frente” (seguro que algún friki me sabrá
decir exactamente que representa). Finalmente las piezas que sobresalen más (no
sé ni cómo definirlas, ¿ojos?) las sujetamos con palillos para asegurarnos que
no caigan.
¿A que ha quedado chulo? Que la fuerza os acompañe.
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