¿Habéis probado alguna vez los bagels?. No conozco a nadie
que haya probado estos típicos panecillos neoyorquinos y que no le hayan
gustado. Lo tradicional es comerlos con salmón ahumado y crema de queso, pero
admiten cualquier relleno, tanto salado como dulce.
La primera vez que los hice
fue casi por capricho, pensando que los haría una vez y nunca más. Pero desde
entonces no he parado de hacerlos. De tanto en tanto toca cenar bagels,
desayunar bagels, merendar bagels… ¡un vicio!
La peculiaridad de este pan es que tiene un primer proceso
de cocción, muy corto, en el que se los hierve en agua. Esto les confiere una
textura que no tendrían si fuesen directamente al horno. Os explico como se
hacen:
Ingredientes:
650 g
de harina
25 g
de levadura fresca
3 cucharas de azúcar
80 ml de aceite suave
250 ml de leche
1 huevo para la masa y otro para pintar los bollos
10 g
de sal
semillas de sésamo
semillas de amapola
Preparación:
En primer lugar disolvemos la levadura y el azúcar en la
leche tibia y dejamos que fermente unos 5 minutos (yo me puse a hablar por
teléfono y estuvo bastante más… casi invade toda mi cocina). Puede parecer
demasiada levadura para estas cantidades de harina. Pero todas las recetas que
he encontrado hablan de cantidades similares. Probablemente pueda hacerse con
menos, pero no lo he probado. Si un día lo intento ya os lo explicaré.
En un
bol grande ponemos la harina, la sal, el huevo y el aceite, y le agregamos la
leche con levadura. Unimos amasamos y golpeamos la masa durante unos 15
minutos, para activar el gluten. Luego la dejamos crecer, cubierta por un paño,
o por film transparente (aquí no solo podemos hablar por teléfono, sino que
podemos incluso irnos de compras, que es lo que hice yo, jaja!).
Una vez haya
doblado su tamaño, ponemos una olla de agua a hervir y dividimos la masa en 8
bollos de unos 140 g
cada uno. Yo los peso, para que me queden iguales y al ir al horno tarden todos
lo mismo en cocerse. Si tuviesen distintos tamaños, unos quedarían más hechos o
más tostados que el resto.
Ahora es cuando debemos darle la forma de bagels, es
decir, le damos a cada bollo la forma de un cilindro y unimos las puntas para
que nos quede como una rosca.
A continuación sumergimos cada rosca de masa en
agua hirviendo durante unos 10 o 15 segundos (es mejor hacerlo por tandas, de
uno en uno o de dos en dos).
Disponemos los bagels sobre una fuente de horno y
los pintamos con huevo. Por último los espolvoreamos con semillas de sésamo o
de amapola (o ambas) y los horneamos a 180º C durante unos 20 minutos o hasta
que estén dorados.
Una vez fríos los rellenamos con la típica crema de queso y
salmón ahumado (los neoyorquinos les ponen a esta versión cebolla y alcaparras,
pero a mi me gusta más ponerle rúcola), o les ponemos jamón, el embutido que
más os guste, queso, lechuga, tomate, huevo…
... o bien, mantequilla y mermelada,
trozos de frutas, chocolate… no hay reglas, lo que a cada uno le guste y a
disfrutarlos.
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