domingo, 29 de marzo de 2015

Pan naan



Como ya os he comentado en alguna ocasión, me encanta la comida hindú. Y cuando disfrutamos de un curry, poder acompañarlo de un pan apropiado, marca la diferencia. Además este clásico pan plano, tierno y aromático es bastante rápido y sencillo de elaborar. Para preparar esta masa se utiliza el “ghee”, que es una mantequilla clarificada. Como nunca la he encontrado, en su lugar utilizo mantequilla fundida poco a poco, a la que le retiro tanto la espuma que se forma al fundirla, como los restos sólidos que quedan en el fondo de la olla tras reposar unos minutos. En cuanto al aroma de los panes naan, una vez los tenemos formados y antes de hornearlos, podemos agregarle las hierbas y semillas que más nos gusten; hoy yo he hecho unos con ajo y perejil, otros con comino y un par más con cilantro… por variar, y si tenéis otras ideas, no dudéis a ponerlas en práctica. Como podréis observar, esta receta es para poca cantidad de pan, de hecho salen 6 panes pequeños…



o 3 de tamaño estándar...



Si queréis hacer más solo tenéis que duplicar o triplicar la receta. También pueden congelarse.
Ingredientes:
5 g de levadura
1 cuchara pequeña de azúcar
110 ml de agua tibia
285 g de harina de semifuerza
½ cuchara pequeña de sal
30 g de ghee o mantequilla clarificada
1 cuchara grande de yogurt
Comino, cilantro, ajo en polvo o perejil
Preparación:
Mezclamos la levadura con el azúcar y el agua tibia en un cuenco pequeño. Lo tapamos y lo dejamos reposar en un lugar cálido durante 10 minutos o hasta que haga espuma.


Tamizamos la harina y  la ponemos junto con la sal en forma de volcán para poner en el centro el ghee o mantequilla clarificada, el yogurt y la mezcla de levadura. Trabajamos la mezcla durante unos 15 minutos o hasta que obtengamos una bola de masa homogénea y elástica. Depositamos la masa en un cuenco engrasado, la tapamos y la dejamos reposar en un lugar cálido durante 1 hora o hasta que doble su volumen.



Golpeamos y trabajamos la masa 1 minuto más y la dividimos: para panes pequeños dividimos la masa en 3 y cada tercio en 2, y la extendemos en círculos irregulares de unos 7 cm de diámetro. Para los grandes, dividimos la masa solamente en 3, o como en mi caso hacemos el doble de masa. Pintamos con un poco más de ghee o mantequilla clarificada y espolvoreamos con ajo, perejil, comino, cilantro o lo que más nos guste. Llevamos al horno sobre papel para hornear o lámina de silicona, a 180º C, recordando, como siempre que hacemos pan, añadir un vaso de agua para que haga vapor dentro del horno. Estarán listos cuando comiencen a tomar un color ligeramente dorado, tras unos 5 u 8 minutos.



Podemos dejarlos enfriar sobre una rejilla y recalentarlos en la tostadora a la hora de comer, o tomarlos calentitos a los pocos minutos de salir del horno… mmm…

viernes, 27 de marzo de 2015

Gominolas de piña




La receta más fácil del mundo es la de las gominolas. Sin ninguna duda. Solo hace falta hacernos con un poco de agar-agar. Para los que no sepáis de qué estoy hablando, os explico que se trata de un gelificante, que se extrae de un alga y que aventaja a la gelatina en que no necesita frio para solidificar. Y explico esto último porque he visto montones de recetas de gominolas hechas con gelatina. Mi opinión personal es que no vale la pena ni intentarlas. No tienen la misma textura y en el mejor de los casos conservarán su apariencia mientras las tengamos en la nevera. Además, si queremos hacerlas con alguna fruta muy ácida no conseguiremos que gelifique.



Porque la gracia de hacer las gominolas en casa está en hacerlas con algún puré o zumo de frutas natural. En este caso, yo utilicé una lata de piña, pero podría haber usado la piña natural (y poner el equivalente de agua), o cualquier otra fruta. Incluso podemos substituir el azúcar por edulcorante, para reducir las calorías.
Ingredientes:
1 lata pequeña de piña en almíbar (la que yo utilicé tenía unos 140 g de piña “sólida”)
50 g de azúcar
4 g de agar- agar


Preparación:
Separamos la piña del jugo que contenga la lata y la trituramos junto con el azúcar. Ponemos el jugo de la lata en una olla y llevamos a ebullición, comprobando que en peso corresponda más o menos a la misma cantidad que la piña sólida (en este caso 140 g); si nos falta líquido, agregamos agua. Una vez hierva, añadimos el agar-agar en forma de lluvia y removiendo y mantenemos a fuego suave durante 2 minutos. Agregamos el puré de piña y continuamos removiendo sobre el fuego durante un par de minutos más.


Untamos con un aceite suave los moldes en los que vayamos a hacer las gominolas y vertemos la preparación en ellos. Dejamos enfriar a temperatura ambiente por lo menos durante una hora (si es más, mejor). Desmoldamos y nos ponemos las botas!

jueves, 19 de marzo de 2015

Pastel Breaking Bad




¡Feliz día del padre! Hoy escribo solo para felicitar a los papis y daros a los demás una idea divertida. A muchos de nosotros nos apetece decirle a papá cuanto lo queremos con algo dulce. Y si dais vueltas por la red, parece ser que existen solo 3 temáticas posibles: Bigotes, camisas y cerveza. Como si todos los hombres llevasen bigote, a todos les gustasen las camisas y todos se hidratasen exclusivamente a base de cervezas. O como si no tuviesen otros intereses.


A mi media naranja y padre de mi retoño le encanta Breaking Bad, así que me dije a mi misma “Let’s cook bitch!” y me puse a hacerle un pastelito alusivo. A quien no vea la serie le parecerá raro que yo me exprese en estos términos, pero los seguidores sabéis lo que quiero decir, ¿no?


En fin, que hice un bizcocho genovés aromatizado con limón, lo rellené de una crema de mantequilla sabor a frambuesa, que teñí de azul, cosa que no me emociona mucho, pero los fans de la serie entenderéis perfectamente. Lo cubrí con fondant blanco y le puse también con fondant, la cara de Heisenberg (“the one who cooks”), la polilla del ácido fenilacético y la famosa fórmula química que “cocina” Walter y que… NO, no es la receta que pensaba daros, je, je!. Muy importante no olvidar adjuntar una bolsita de sprinkles de color azul… ;)


domingo, 15 de marzo de 2015

Pastel con volantes (Ruffle cake)




Hoy no hay receta, escribo solo para enseñar este pastel, y por una muy buena razón: me imponía un poco hacer un ruffle cake, es decir, un pastel con volantes, y haciéndolo he descubierto que es tan fácil que creo que es el pastel ideal para quienes quieren hacer su primera prueba con fondant. ¿Por qué? Porque lo más complicado a la hora de cubrir un pastel con fondant es que nos quede todo el pastel con una superficie lisa, sin arrugas ni marcas de dedos, pero esas imperfecciones pueden cubrirse con los volantes. Y en segundo lugar porque los volantes no tienen ningún secreto y os lo demostraré ahora mismo. Debemos tener un pastel cubierto con fondant, que nos quede lo más liso posible por encima, pero sin importar demasiado los laterales porque no se verán. En este caso, yo hice dos, uno grande y otro pequeño, porque necesitaba sitio a medio camino para poner unos patines que me pidieron expresamente poner en el pastel, pero podríamos hacer uno solo muy alto. Y no es por poner los dientes largos a nadie, pero los hice de chocolate y pistacho (ñam…).


Para hacer los volantes primero debemos extender un trocito de fondant hasta dejarlo muy, muy fino y cortar tiras de unos 2 cm de ancho.
También podrían ser más anchas, o incluso irregulares, dependiendo del aspecto que queramos que tengan nuestros volantes. Para evitar que las tiras se peguen a la superficie sobre la que trabajamos es importante que utilicemos azúcar glasé o maizena o una mezcla de ambas. Yo suelo utilizar azúcar glasé porque no me gusta nada eso de dejar restos de harina cruda sobre el pastel.
Entonces con un palito o brocheta (en este caso utilicé una brocheta de madera) presionamos ligeramente el borde todo a lo largo, tal y como se ve en la foto, más o menos cada 1 cm o 1 ½ cm para hacer los volantes. Debemos hacerlo con cuidado de no romper la tira de fondant y ayudándonos con mucho azúcar glasé o maizena.
Luego colocamos el volante sobre el lateral del pastel, comenzando por arriba y enganchándolo con un poco de agua o de pegamento comestible.
A medida que lo enganchamos, vamos arrugándolo un poco para que tenga un aspecto de volantes más natural. Vamos añadiendo tiras hasta completar toda una fila y luego tantas como necesitemos, superponiéndolas un poco, hasta cubrir todo el lateral del pastel. Como se ve en las imágenes, quise hacer un degradé del negro al gris claro, pasando por un gris intermedio. Pero puede hacerse de cualquier color, o incluso todo en un mismo tono.


En este caso acabé de decorarlo con unos patines que hice con fondant, la figura de un patinador  y unos copos de nieve, porque era lo que quería el agasajado, pero con cualquier otro detalle también hubiera quedado bonito. Ya sabéis, para un primer intento de usar el fondant, nada mejor que un ruffle cake.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Alfajores de maizena



Como ya sabemos todos los auténticos adictos a los dulces, provengamos de donde provengamos, existen diferentes tipos de alfajores.


De entre ellos, los mejores son los que proceden de Argentina, y por qué no decirlo, de Uruguay (que no quiero que nadie se enfade conmigo, ejem!). A su vez, de entre los diferentes alfajores que pueden degustarse en estos dos países, los más fáciles de elaborar en casa son los alfajores de maizena.


 Para quienes no los hayan degustado nunca, os diré que tienen una textura arenosa y ligera, y pese a lo que pueda parecer, no son empalagosos, a no ser que los rellenemos con una capa de dulce de leche exageradamente enorme. Es decir, podemos hacerlos un poco a nuestro gusto: para los más golosos con muuuuucho dulce de leche y para los menos, con lo justo para contrastar la sequedad de la masa con la untuosidad del dulce.

Ingredientes:
50 g de mantequilla
50 g de azúcar
1 cuchara pequeña de vainilla líquida o en pasta
2 huevos
200 g de maizena
100 g de harina
½ cuchara pequeña de impulsor
dulce de leche pastelero
coco rallado
Preparación:
Para empezar batimos la mantequilla a temperatura ambiente con el azúcar, a mano o en el robot, pero a velocidad baja, para no incorporar aire. Agregamos la vainilla y posteriormente los huevos, batiendo constantemente. Mezclamos las harinas con el impulsor, las tamizamos y las añadimos a la mezcla anterior para formar una bola de masa. No hace falta que amasemos más que lo justo para que quede todo unido y homogéneo. Dejamos reposar una hora en la nevera.


Estiramos la masa con un rodillo y unas guías (o con un rodillo de niveles) y cortamos discos de unos 5 o 6 cm de diámetro. De este tamaño y con estas cantidades nos saldrían aproximadamente una docena de alfajores (es decir, dos docenas de discos). Ponemos los discos de masa en una fuente con papel para hornear y los enfriamos durante ½ hora. Posteriormente horneamos unos 10 minutos a 190º C, teniendo en cuenta que los discos de alfajores de maizena son blancos, no deben dorarse.


Una vez fríos los untamos con dulce de leche a gusto, los unimos de dos en dos  y tras poner un poco más de dulce por los bordes, enganchamos el coco rallado. ¿A que es fácil? Venga, a intentarlo!