Como ya comenté en el post anterior, ha sido el cumpleaños
de mi hijo. Os enseñé los pastelitos que llevó a la escuela, pero aún falta por
enseñaros el pastel de cumpleaños. Siguiendo con la misma temática, tenía que ser un violín, y aunque el proyecto
imponía un poco, decidí intentarlo y aquí está el resultado.
El pastel en si es muy sencillo: un bizcocho simple, solo
con huevos, harina y azúcar (que para mi son los más esponjosos, ligeros y
sabrosos), relleno con dulce de leche (porque tanto mi hijo como yo somos
irremediablemente adictos, pero obviamente, si alguien quiere reproducirlo,
puede ponerle lo que más le guste) y cubierto con fondant. Lo que, a mi
entender, tiene más interés, es como montarlo.
En primer lugar hay que hacerse con una plantilla con forma
de violín del tamaño apropiado y cortar el bizcocho siguiendo la forma del
instrumento. Los restos de bizcocho no los tiraremos (ni nos los comeremos),
porque luego los vamos a aprovechar para hacer el mástil del violín.
A continuación mojamos el bizcocho con almíbar, lo
rellenamos y lo cubrimos con más dulce,
para que quede húmedo y sabroso. Ahora lo dejamos enfriar un rato en la nevera
para que coja cuerpo.
Mientras podemos hacer el mástil. Para ello desmigamos los
restos del pastel y los unimos formando una pasta con más dulce de leche,
chocolate, crema, o lo que os apetezca, como si estuviésemos haciendo cake pops.
La pasta que obtengamos podrá modelarse, lo que nos permitirá darle forma al
mástil, incluido el caracol que tiene en el extremo.
Ahora procedemos a cubrir tanto el cuerpo como el mástil con
fondant marrón y le hacemos los rebordes. Para que el resultado sea lo más
parecido posible a la madera, con un pincel, colorante alimentario marrón y un
poco de agua, pintaremos las vetas. Puede parecer un paso que no es necesario,
pero le da mucho más realismo al violín.
Luego pintamos con colorante negro las efes que tiene la
caja del violín. Y con fondant negro hacemos la cubierta del mástil, el soporte
de los afinadores y la barbilla.
También hacemos las clavijas, formando pequeñas bolitas, que
aplanaremos y pincharemos en un palillo. Forraremos el palillo con más fondant
y lo clavaremos en el mástil.
Con fondant color carne hacemos el puente. (sí, lo del color
carne a mi también me parece extraño, pero todos los violines lo tienen en este
color, o similar).
Y finalmente ponemos las cuerdas, que en este caso, es lo
único del pastel que no es comestible, además de los palillos. He usado hilo de
bramante, que me pareció menos grave que usar otras cosas, ya que en el fondo
se usa para cocinar, ¿no?.
Y este es el resultado final… ¡ay! No puedo esperar a ver
que cara ponen los invitados, ¡je je! ¡Feliz fin de semana!
madre mia que buena pinta tiene , y ademas original
ResponderEliminarMuchas felicidades
Increíble, impresionante, alucinante, indescriptible, ....pero lo mejor es que mañana lo probaré! !!!
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