No suelo dejarme llevar por la fiebre consumista que
caracteriza este tipo de festividades, independientemente de que sean
importadas o no (cosa que realmente no me importa en absoluto). Pero me encanta
tener alguna cosa para celebrar.
Y para mi, celebrar, significa hacer un pastel
y compartirlo con las personas a las que quiero. ¿Qué puede haber más
“Sanvalentinero” (si me permitís la palabra inventada) que compartir con los
seres amados, un dulce hecho con amor? Seguramente alguno conteste: “un pastel
de Red Velvet”… Así que hagamos un Red Velvet muy rojo y muy romántico.
Ingredientes:
110 g
de mantequilla
300 g
de azúcar
2 huevos
2 cucharas grandes de cacao sin azúcar
1 cuchara pequeña de colorante rojo en pasta
1 cuchara pequeña de vainilla
240 ml de leche
1 cuchara de zumo de limón
300 g
de harina
2 cucharas pequeñas de impulsor
Y para la crema de queso:
75 g
de mantequilla
100 g
de azúcar glasé
100 g
de queso blanco tipo Philadelphia
Unas gotas de vainilla
Fondant para decorar
Preparación:
En primer lugar tenemos que cortar la leche con el limón,
para formar algo similar al buttermilk, que lo substituirá en la receta. Para
ello simplemente los unimos y los dejamos reposar 5 minutos, mientras
encendemos el horno a 170º C y comenzamos a preparar la receta.
Batimos la mantequilla a temperatura ambiente con el azúcar
hasta integrarlo completamente. Añadimos los huevos y la vainilla sin dejar de
batir.
Tamizamos la harina con el cacao y el impulsor (polvos tipo
Royal) y la añadimos a lo anterior, pero mezclando, no batiendo. Incorporamos
la leche cortada y por último el colorante que le dará a nuestro pastel ese
bonito color rojo.
Es importante utilizar un buen colorante. No sirven los
colorantes líquidos, ni en gel, porque tendríamos que usar demasiada cantidad y
aún así no obtendríamos el color deseado. Tiene que ser un colorante en pasta
concentrado (yo utilizo el de Sugarflair). Además, la medida que pongo en la
receta es orientativa: podéis poner más o menos según observéis el color que
vais obteniendo.
Ahora pondremos nuestra mezcla en un molde de horno
previamente engrasado con la forma que más nos guste (yo usé un corazón porque
¿qué otra cosa podía usar en San Valentín?) y horneamos a 170º C hasta que al
pinchar el bizcocho con un palillo éste salga seco (lo que llevará una media
hora). Lo dejamos reposar 10 minutos en el mismo molde y tras desmoldar sobre
una rejilla, lo dejamos enfriar completamente.
Mientras tanto preparamos la crema de queso, para lo cual
tenemos que mezclar en la batidora la mantequilla a temperatura ambiente con el
azúcar glasé tamizado, durante al menos 5 minutos, o incluso más (por eso es
mejor usar batidora, a no ser que nuestra intención sea tener unos músculos de
escándalo en los brazos). Una vez la mezcla toma un color blanquecino y es
completamente homogénea agregamos la vainilla y el queso frío y continuamos
batiendo hasta obtener una textura suave.
Ahora cortamos el pastel en dos para rellenarlo con parte de
la crema y lo cubrimos con el resto, con mucho esmero, para que nos quede una
superficie lo más lisa posible. Si dejamos imperfecciones, al cubrir con el
fondant, éstas se notarán y no quedará bonito. Aunque, claro, también podríais
hacer más crema de queso y cubrirlo simplemente con ella, que es la forma más
tradicional.
En mi caso, después de llevar el pastel a la nevera, al menos por
una hora, quise usar fondant rojo para cubrir el corazón, agregarle una cinta
de fondant blanco para la terminación, unos corazoncitos y un osito que hice
con fondant de diferentes colores. Espero que os guste.
Bonito y seguro que buenisimo ...
ResponderEliminarGracias Ana!
ResponderEliminarBiennnnn!!!!!
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