Reconozcámoslo: La crema de mantequilla nos supone un
problema. Puede que a los norteamericanos les encante, pero a nosotros no. Sin
ninguna duda, con un buen “buttercream” y una manga pastelera se pueden hacer
virguerías, que no siempre te permiten hacer otras cremas, los cupcakes quedan
preciosos y las tartas espectaculares. Pero resulta muy frustrante hacer un
cupcake, que alguien lo mire y diga “wow!” (así, en inglés, para estar a tono,
nada de “¡guau!”), pero que cuando se lo ponga en la boca dé un primer
mordisco, y quite toda la crema de mantequilla para comerse solo el bizcocho.
Pero eso es lo que normalmente pasa, me pasa incluso a mí, que soy súper golosa
y que me fascina la mantequilla. Porque la crema de mantequilla es demasiado
pesada para nuestro gusto, demasiado grasa, demasiado dulce (bueno, este último
concepto me cuesta un poco más de entender, ¡je je!). Por eso siempre busco
alternativas, y la de la receta de hoy me encanta. No tiene la misma textura
que una crema de mantequilla, con lo que no pueden definirse tan perfectos los
dibujos de la manga, pero a cambio es infinitamente más ligera, queda buenísima
y lo mejor de todo: es taaaaan fácil que la pueden hacer los niños.
Ingredientes para 12 cupcakes:
50 g
de mantequilla (sin sal, por supuesto)
150 g
de azúcar moreno
1 cuchara pequeña de vainilla líquida o en pasta
1 huevo grande
150 g
de harina
120 ml de leche
1 cuchara pequeña de impulsor o levadura química
110 g
de dulce de leche
Más dulce de leche para rellenar
Y para la cubierta:
150 g
de queso blanco de untar
150 g
de dulce de leche
Preparación:
Batir la mantequilla a temperatura ambiente con el azúcar y
la vainilla. Agregar el huevo y el dulce de leche y unir. Añadir la mitad de la
harina tamizada con el impulsor, luego la leche y finalmente el resto de la
harina.
Colocar las cápsulas de papel para cupcakes o magdalenas en
un recipiente apropiado (esto evitará que se deformen) y rellenarlas unas ¾
partes, usando un cuchara dosificadora de helado. Hornear 20 minutos a 170º C.
Dejar enfriar sobre una rejilla, para que no se humedezcan.
Quitar el corazón de cada cupcake con un descorazonador de manzanas y llenar el
agujero con dulce de leche. Preparar la cubierta (o “frosting”) simplemente
mezclando el queso con el dulce de leche a partes iguales.
El queso le quita al
dulce de leche ese exceso de dulzor y hace que lo acepten incluso los que
normalmente no lo comen porque lo encuentran empalagoso (¿empalagoso? no puedo
entenderlo, ¡en serio!). Ponerlo en una manga pastelea con la boquilla que os
guste y cubrir el cupcake. Después puede adornarse con lo que os guste, unos
“sprinkles” (o sea bolitas y fideos de colores), unas gominolas, o como en este
caso unas mariposas hechas con fondant (las he cortado con unos moldes de
galletas, les he dado ese toque brillante con unos polvos irisados comestibles,
y les he puesto unos detalles de colores con unos lápices pasteleros).
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