¿Os he explicado alguna vez que me encanta la cocina hindú?
No es que haga habitualmente una variedad muy grande de recetas hindúes, pero
entre las 5 o 6 que normalmente pasan por mi cocina, las samosas son un
capricho de los que siempre apetecen. Acompañadas de un buen chutney o una
raita de pepino, son el aperitivo ideal previo a un delicioso y humeante curry.
Hacer la masa de las samosas no es nada fácil, porque es necesario que quede
muy, muy fina. Pero la masa brick comprada, que encontramos en supermercados,
nos soluciona este problema y, aunque muchos puedan temerle, no tiene ninguna
complicación. Solo hemos de procurar no dejar nunca que se seque, porque en tal
caso se resquebrajaría y se rompería, y por ello hemos de trabajarla
rápidamente y mantenerla bien tapada cuando no la usemos.
Ingredientes:
2 patatas pequeñas o una grande
½ taza de guisantes
1cuchara de cardamomo
1 y ½ cuchara de semillas de comino
1 cuchara pequeña de guindilla rallada seca
1 cuchara de zumo de limón
2 cucharas de cilantro picado
masa brick
sal
aceite suave para freír
Preparación:
Pelamos las patatas, las cortamos
en pequeños daditos, la hervimos y las escurrimos. Hervimos los guisantes, que
podemos usarlos congelados, o en conserva de buena calidad, en cuyo caso no hay
que hervirlos. En una sartén sin aceite tostamos el cardamomo y el comino hasta
que se vuelvan aromáticos. Añadimos brevemente la guindilla, retiramos del
fuego y picamos en el mortero hasta tener un polvo fino. Mezclamos las patatas,
los guisantes, las especias tostadas, el limón y el cilantro y salamos.
Cortamos la masa en tiras de unos 4
cm de ancho por 25 cm de largo (que es lo que suelen
tener las masas compradas). Colocamos el relleno en una punta de las tiras y
plegamos diagonalmente sobre sí mismo para formar triángulos, tantas veces como
sea necesario para acabar la tira de masa, tal y como se ve en las imágenes.
Freímos en abundante aceite hasta que estén doradas y escurrimos sobre papel de
cocina. Si no somos muy amantes de las frituras, también podemos untarlas con
un poco de aceite y hornearlas unos minutos a 200ºC. Quedan mucho más
crujientes, lo cual es agradable, aunque su aspecto no es tan auténtico, como
podéis ver en esta foto.
Para servirlas, en esta ocasión
las acompañé con un chutney de cebollas rojas caramelizadas que me trajo mi
hermana de Inglaterra, pero normalmente hago mi propio curry de mango. Como
regalo extra, os pongo aquí la receta:
Ingredientes:
1 mango
60 ml de vinagre de vino blanco
50 g de azúcar moreno
1 rama de canela
½ cuchara de jengibre fresco rallado
½ cebolla picada
½ pimiento verde
nuez moscada rallada
guindilla al gusto
Preparación:
Pelamos y picamos el mango, la cebolla y el pimiento en
cuadraditos. Los colocamos en una olla junto con el resto de los ingredientes.
Cocinamos durante treinta minutos, hasta que adquiera una consistencia similar
a la de la mermelada. Dejamos enfriar y lo guardamos en la nevera, en un frasco
de vidrio esterilizado, hasta el momento de usarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario