Entre
el atracón de dulces de Halloween/Todos los Santos, y el Navideño (que ya nos
queda poco), quizás nos convenga comer un poquito sano… aunque solo sea para
quedar bien con la conciencia. Pero comer sano no significa comer soso, y
aunque tomar avena en el desayuno pueda parecer cosa de deportistas
obsesionados con su físico, la verdad es que, los que disfrutamos de la buena
mesa y hemos probado alguna vez la granola, sabemos apreciarla. He probado
diferentes versiones, y sin ninguna duda, las mejores son siempre las caseras.
Es muy fácil de hacer y los ingredientes son muy normalitos (además podemos
modificarlos a nuestro gusto, siempre que mantengamos la base de avena).
Ingredientes:
2
tazas de copos de avena
2
cucharas grandes de azúcar moreno
½
cuchara pequeña de canela
¼
de cuchara pequeña de sal
120
g de miel
35
g de mantequilla
1
cuchara pequeña de vainilla
100
g de frutas deshidratadas ( yo le puse albaricoque, coco, uvas pasas doradas,
plátano y arándanos)
50
g de nueces
Preparación:
Mezclamos
en un cuenco la avena, el azúcar moreno, la canela y la sal. Ponemos en una
olla la miel y la mantequilla y fundimos a fuego suave. Retiramos del fuego y
añadimos la vainilla.
Unimos
la avena con la miel y mezclamos hasta que todo el cereal quede impregnado. Esparcimos
la mezcla lo más uniformemente posible sobre una placa de horno cubierta con
papel de cocina y horneamos a 150º C durante 30 minutos hasta que quede dorada
y suelta. Dejamos enfriar y añadimos las frutas deshidratadas y las nueces
troceadas. Envasamos en un frasco de vidrio que pueda cerrarse bien y la
tomamos en el desayuno con leche o con yogur. Se conserva unas dos semanas,
pero si os pasa como a mí, os acabaréis enganchando a los desayunos saludables
y la tendréis que preparar cada semana.
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