No
negaré que es posible que esté influenciada por el hecho de haber vuelto a ver
Braveheart recientemente, pero lo cierto es que una de las galletas que más me
han gustado desde siempre son los shortbread.
Estas deliciosamente simples
galletas escocesas, se hacen con apenas 3 ingredientes (más una punta de sal) y
son ideales para acompañar el té (o el café, o el chocolate… no nos pondremos
tan exigentes). Deben hornearse por tiempo prolongado a baja temperatura para
hacerse sin dorarse y como llevan una gran proporción de mantequilla se
desmigan al romperse.
Ingredientes:
125
g de mantequilla
55
g de azúcar (más un puñado para espolvorear)
180
g de harina
1
pizca de sal
Preparación:
Batimos
la mantequilla con el azúcar hasta hacer una pasta. Unimos la harina y añadimos
la sal. Formamos una bola de masa y la estiramos con un rodillo hasta dejarla
de 1 cm de ancho. Cortamos en fingers o dedos, es decir bastones de 10 cm por 2
cm. También podríamos cortarlos redondos o hacer una sola galleta enorme que
cortaríamos en porciones al salir del horno.
Colocamos los fingers en la misma
bandeja en que los vayamos a hornear, sobre un tapete de silicona o papel de
hornear. Los pinchamos y los espolvoreamos con un poco de azúcar. Los dejamos
enfriar 20 o 30 minutos en la nevera. Finalmente los horneamos a 160º C durante
unos 40 minutos, justo hasta cuando veamos que empiezan a tomar color por los
bordes, pero sin dejar que se doren. Los dejamos enfriar 10 minutos en la misma
bandeja, ya que cuando están calientes son muy delicados y podrían romperse al
manipularlos. Después dejaremos que se enfríen por completo sobre una rejilla.
Y ya está, a preparar el té…
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