El más tradicional de los dulces de todos los santos en
Cataluña, son los panellets.
Existen múltiples recetas para elaborarlos;
algunas con patata, otras con boniato y otras sin ninguna de las dos cosas.
Estos me los enseñó a hacer una amiga durante mi época de estudiante (o sea,
hace siglos!!!) y siempre, siempre salen bien, son deliciosos, mantienen la
forma que les damos (he visto recetas de “chefs” que llevan tanto tubérculo que
al hornearlos quedan con aspecto de galleta: chafados), no se les caen los
piñones y si los guardamos en un frasco hermético duran unos cuantos días…
aunque no sabría decir cuántos, porque, por muchos que haga, en casa vuelan!
Ingredientes:
400 g de azúcar
400 g de almendra
molida
150 g de patata
La piel de 1 limón rallada
2 huevos
maizena
Preparación:
Para empezar, he de explicar a
quien no conozca muy bien este dulce, que la última línea de los ingredientes,
en la que os pongo todo un batiburrillo y sin cantidades, tiene su razón de ser
en que pueden hacerse de diferentes sabores. Los más tradicionales, que le
gustan a todo el mundo y que no pueden faltar, son los de piñones, así que
haremos la receta como si todos fueran de piñones y luego os explico las
variedades. Por cierto, como veis, yo he hecho de piñones, de almendra en
granillo y de coco, porque son los que más nos gustan.
Comenzamos por hervir la patata
con piel, pelarla, triturarla y dejarla enfriar. Cuando esté fría, unimos la
patata con el azúcar, la almendra molida y la piel de limón rallada y
trabajamos con las manos hasta que se forme una masa. Con ella vamos haciendo
bolitas y para poder engancharles los piñones y que luego no se caigan, las
pasamos en primer lugar por maizena, como si las rebozáramos, sacudiendo bien
el exceso de harina. Después las pasamos por la clara de huevo, que hará las
veces de “pegamento” para que no se nos caigan los piñones. Por último enganchamos
los piñones, generosamente, por toda la superficie de las bolitas. Finalmente
pintamos nuestros panellets con la yema del huevo, con la ayuda de un pincel de
cocina, y los disponemos sobre papel de hornear en una bandeja de horno para
cocerlos a 200º C durante unos 7 u 8 minutos, lo justo para que los piñones
tomen un color dorado.
Los de almendra en granillo se
hacen exactamente igual, solo que enganchando almendra en lugar de piñones, y
para hacerlos diferentes yo les doy forma de bastón en lugar de bolitas. Los de
café o los de chocolate, se hacen agregando una cuchara pequeña de alguno de
los dos a la masa básica, se forman las bolitas y se hornean tal cual, sin
cubrirlos. Los de membrillo se hacen formando bolitas con la masa original y
poniéndoles luego un cuadradito de membrillo en el centro antes de hornearlos.
De igual manera se pueden hacer poniéndoles una cereza en almíbar, o una
almendra entera.
Para los de coco mezclamos la
masa con coco rallado en una proporción 1/1 en volumen (atención, en volumen,
no en peso, que sería demasiado coco). Mezclamos bien, hacemos conitos, o la
forma que queramos, y al igual que los de piñones los pasamos primero por maizena
y luego por clara de huevo para engancharles finalmente más coco rallado por
toda la superficie. Estos no necesitan pintarse con yema antes de hornear
(aunque se les suele poner un pequeño puntito).
Probadlos, seáis de donde seáis,
porque son deliciosos, no solo en esta época del año, sino en cualquier
momento. Y aunque lo suyo sea acompañarlos de una copita de moscatel, también resultan estupendos para
acompañar un buen café.
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