Como ya
sabéis, no puedo vivir sin mi horno. .. normalmente… porque con estos calores,
a veces, soy capaz de no ponerlo en marcha en todo el día, ja ja! Lo que si
conservo son las ganas de tomar postre. Y para esas ocasiones en las que no
queremos encender el horno, pero nos apetece un postre de verdad, dulce,
cremoso, contundente, delicioso, delicado, la respuesta es el rey de los
postres italianos: el tiramisu’.
Este exquisito dulce, que como indica su
nombre, es capaz de levantarle el ánimo a cualquiera, es ideal para quedar bien
con nuestros invitados con un mínimo esfuerzo, ya que no solo no necesita
horno, sino que además es fácil de elaborar. Lo único realmente importante con
el tiramisu’ es seguir fielmente la receta, ya que corren por ahí diferentes
versiones que incorporan nata, varían las proporciones de la crema con respecto
al bizcocho, o tienen demasiada o poca humedad (lo que afecta a la acidez, ya
que la humedad la aporta el café), lo que desvirtúa totalmente el postre y hace
que pierda calidad. La receta que siempre utilizó me la dio hace años la suegra
de mi hermana, que es la típica mamma italiana, y es perfecta, triunfa siempre…
o sea que esta entrada al blog vale oro!!! La única variación que podemos hacerle a esta
receta sin estropearla es la de montar el tiramisu’ en un molde grande o en
copas o vasos individuales, como más le guste a cada uno.
Ingredientes:
400 g de
savoiardi (o sea, melindros o bizcochos
de soletilla)
4 huevos
250 g de
mascarpone
6 cucharas
grandes de azúcar
6 tazas de
café amargo
1 chupito de
brandy o coñac
1 pizca de
sal
Cacao para
espolvorear
Preparación:
Lo primero
que hemos de hacer es el café, para que se atempere mientras preparamos la
crema. Cuando hablamos de 6 tazas, lógicamente, no nos referimos a tazas
enormes de café americano, sino a tazas de café pequeñas… que estamos hablando
de una receta italiana!!! Y por supuesto, cuanto mejor sea el café, mejor sabrá
el postre. Añadimos el brandy y dejamos enfriar.
Para montar
la crema, separamos las claras de las yemas.
Batimos las yemas con el azúcar hasta que tomen un color blanquecino y
añadimos el mascarpone. Batimos muy bien, para que nos quede perfectamente
integrado. Este proceso, por supuesto es mucho más fácil de hacer en un robot,
pero puede hacerse manual. Por otra parte, montamos las claras a punto de nieve
con la pizquita de sal. Una vez montadas las añadimos a la mezcla anterior con
mucho cuidado, muy poco a poco y con movimientos envolventes, nada de robot, para
que no se bajen las claras.
Y entonces
montamos el postre, en una fuente grande o en unas copas, como he hecho yo esta
vez. Comenzamos con una capa de melindros, que iremos bañando en el café uno a
uno. Deben quedar perfectamente húmedos, pero no chorrear café, ya que eso nos
estropearía la crema. Cubrimos la base de la fuente o la copa con los melindros
y estos con una generosa capa de crema. Lo ideal es hacer tres capas de
melindros y tres de crema, pero dependerá de como sea el molde que escojamos
(en este caso, yo solo hice dos, porque las copas eran anchas y las raciones
hubiesen sido excesivas). Finalmente, cubrimos la última capa de crema con
cacao en polvo, que quedará mejor si lo tamizamos, para no encontrarnos grumos
de cacao. Yo adorné mis copas con flores secas comestibles, lo cual es
totalmente opcional. Lo llevamos a la nevera y dejamos que se enfríe bien antes
de disfrutarlo. Feliz verano!
No hay comentarios:
Publicar un comentario