Puede que no a muchos les
apetezca ahora mismo una taza de té… suele apetecer más en invierno que con
estos calores. Pero a los adictos al té nos apetece siempre.
Y como además
estoy preparando motores para una miniescapada a UK, no puedo pensar más que en
cosas relacionadas… y para los que todo lo relacionamos con la comida,
Inglaterra significa té, más todas las delicias que suelen acompañarlo. Como
esto de ser adicta al té, para mí no es ninguna moda, particularmente relaciono
el té con unos dulces que solía hacer mi abuela, hace muchos, muchos años y que
son perfectos para acompañar al té, calentitos y con un poco de mantequilla y
mermelada: los scones. La receta original
la recibí de manos de mi abuela, y estaba “en tazas”. Como siempre sale bien y es
muy fácil de hacer, no quise cambiarla, pero como estas cosas siempre provocan
dudas, os dejo también la equivalencia en gramos o en mililitros.
Ingredientes:
2 tazas de harina (220 g)
2 cucharas pequeñas de impulsor
½ cuchara pequeña de vainilla
½ taza de azúcar (55 g)
40 gr de mantequilla
1 huevo
½ taza de leche (120 ml)
1 yema de huevo para
pintar
Preparación:
Empezamos cortando la mantequilla fría en cuadraditos. Luego mezclamos con
las manos bien limpias, la harina, el impulsor, la vainilla y el azúcar con la
mantequilla fría, hasta que quede como arena. Agregamos el huevo y la leche y
unimos todo sin amasar, ya que no se trata de activar el gluten de la harina.
Estiramos la masa hasta obtener unos 2 o 3 cm de alto. Cortamos discos de masa con un
cortador de galletas redondo y pequeño. Pintamos cada disco con la yema de
huevo y horneamos a 220º C durante unos 12 o 15 minutos, hasta que tengan un
color dorado suave por encima.
Son ideales para comer tibios y untados con mermeladas, pero también pueden
tomarse con queso de untar y jamón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario