Habrá quien piense que no tiene ningún
sentido que en un blog en el que hablamos de cosas que se pueden
hacer al horno, aparezca de repente una entrada sobre unos pasteles
que se hacen sin horno. Pero es que se trata de no ser tan estrictos,
de estar abiertos a todas las opciones, y cuando una alternativa es
digna de considerarse, hacer una excepción e incluirla, aunque se
salte la norma.
Porque estos pasteles no solo son muy fáciles de
hacer, sino que admiten miles de variantes y tienen la ventaja de ser
más ligeros que los pasteles tipo bizcocho + crema, por lo que son
ideales como postre tras una copiosa comida. La base es siempre la
misma: una mezcla de galletas trituradas con mantequilla y el cuerpo
del pastel lleva siempre lácteos para darle untuosidad, huevos y
gelatina para darle consistencia y frutas y/o licores para darle
sabor. La decoración por supuesto, depende de la imaginación o las
ganas que cada uno le ponga, pero siempre teniendo en cuenta que no
admiten peso, ya que son pasteles muy frágiles y ligeros, que
cederían ante el peso del fondant o de unas figuritas.
Por otra
parte, si los cubrimos con una fina capa de gelatina (que es lo
habitual) debemos tener presente que cualquier adorno que le pongamos
que lleve colorante desteñirá al cabo de pocas horas, cosa que
aprendí con la experiencia (para los que me dicen que todo me sale
bien… nooooo, qué más quisiera!!!, a veces meto la pata!). Así
que, o no ponemos cosas de colores, o las ponemos justo en el momento
de servir nuestro pastel. Os doy la receta para un molde de unos 26
cm de diámetro.
Ingredientes para la base:
250 g de galletas tipo Digestive
125 g de mantequilla a temperatura
ambiente
Preparación de la base:
Lo más fácil del mundo: triturar las
galletas con la mantequilla y cubrir la base del molde de forma
uniforme. Solo hay que tener en cuenta un par de cosas. Primero que
el molde debería ser desmontable, sino no podremos sacar el pastel y
no lucirá. Y segundo que es más fácil desmoldarlo si cubrimos la
base con papel vegetal. Ponemos la base en la nevera y mientras se
enfría preparamos el cuerpo del pastel. Para empezar, os doy la
receta del de piña colada, que siempre tiene mucho éxito, luego
veremos las variantes:
Ingredientes para el cuerpo del pastel
de piña colada:
400 ml de leche de coco
4 huevos
250 g de queso para untar (tipo
Philadelphia)
1 lata grande de piña
100 g de azúcar
50 ml de ron
12 láminas pequeñas de gelatina
Preparación del cuerpo del pastel de
piña colada:
Empezamos poniendo a remojo en agua
fría 9 láminas de gelatina (reservamos las otras 3 para la
cubierta). En un recipiente que pueda ir al fuego ponemos la leche de
coco, los huevos, el queso, el azúcar y las rodajas de piña (sin el
zumo de la lata, que también lo reservaremos para hacer la
cubierta). Trituramos todo con una batidora de brazo y lo llevamos al
fuego, lentamente y removiendo hasta que rompa a hervir. En ese
momento apartamos el cazo del fuego y añadimos las láminas de
gelatina, hidratadas y bien escurridas. Dejamos enfriar un poco la
preparación a temperatura ambiente (unos 15 o 20 minutos) y le
añadimos el ron.
Ahora sacamos la base del pastel de la nevera y con
mucho cuidado la cubrimos con la mezcla que acabamos de preparar.
Volvemos a llevarlo a la nevera durante un mínimo de 3 horas (si es
más mejor) para que se solidifique antes de ponerle la cubierta.
Para hacer la cubierta solo hemos de hidratar las láminas de
gelatina restantes y disolverlas en el zumo de la lata de piña
caliente. Volcamos la gelatina sobre el pastel ya frío y lo
devolvemos a la nevera hasta que solidifique. Tras otras 3 o 4 horas
podemos desmoldarlo, con mucho cuidado, porque es muy frágil y
podemos servirlo tal cual o ponerle algún adorno, como estas flores
de fondant, pero, ya sabéis, en el último momento, para evitar que
destiñan.
Variantes:
Una de las principales ventajas de este
pastel es que admite muchas variantes. Una de ellas es la de fresas,
en la que simplemente substituimos la leche de coco por nata y la
lata de piña por unos 350 g de fresas. El ron podemos substituirlo
por kirsch, o podemos simplemente no incluir ningún licor en la
receta. La cubierta podemos hacerla con un sobre de gelatina de
fresas normal y corriente, o triturar nuestras propias fresas para
tener un plus de sabor. Y quien dice fresas, por supuesto, puede
decir cualquier otra fruta que se os ocurra… estoy pensando en
mangos y se me hace agua la boca…
Otra variante de mucho éxito es la de
limoncello. En este caso no solo substituimos la leche de coco por
nata, y agregamos la ralladura de 1 limón, sino que además
substituimos las láminas de gelatina por un sobre y medio de
gelatina de limón, reservando la otra mitad del sobre para la
cubierta. Por supuesto el licor a añadir será el limoncello
(generosamente ), y recomiendo
añadirlo no solo al cuerpo del pastel, sino también a la cubierta.
Bastante más contundente resulta el de
dulce de leche, que llevará unos 350 g del dulce manjar, en lugar de
la fruta y al que podemos hacerle la cubierta de chocolate fundido.
Finalmente, una variante un poco
diferente de este pastel, muy conocido en todo el mundo, es el pastel
de Oreo. Como podemos todos imaginarnos, este pastel, ya no es tan
ligero, pero es igual de fácil de hacer que las otras versiones y es
delicioso. Para empezar, en lugar de galletas Digestive, debemos usar
galletas Oreo. Para la cubierta usaremos las tapas de 6 galletas
Oreo, trituradas y sin el relleno. Este relleno lo agregaremos al
cuerpo del pastel, que además llevará el queso, la nata, el azúcar,
los huevos, la gelatina y 100 ml de leche entera. Como veis, el que
hice está adornado con galletas oreo mini por los lados.
Bueno, a estas alturas no negareis que,
aunque no usáramos el horno, este post valía la pena. Me encantará
saber que variaciones os gustan más y cuales se os ocurre inventar.
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