Es un clásico. Y es muy fácil. Pero no por ello vamos a
dejar de tener una tarta de queso, o cheesecake, entre nuestras recetas, ¿no?
Existen infinidad de versiones, pero para mí, ésta, que llegó a mis manos a
través de mi cuñada Ginie (gracias cuñada), es de las más sabrosas.
Necesita que la hagamos un día antes, porque ha de reposar
en la nevera durante 24 horas antes de desmoldarla y servirla, pero la espera
vale la pena. Y si la queremos para el postre tras una cena con amigos, poder
hacerla el día anterior es una ventaja.
Ingredientes (para un molde de 26 cm de diámetro):
200 g
de galletas María hojaldrada
125 g
de mantequilla sin sal
100 g
de azúcar
6 huevos
400 g
de nata 35% materia grasa
400 g
de queso para untar (tipo Philadelphia)
200 g
de mermelada de frambuesas
Preparación:
Trituramos las galletas junto con la mantequilla,
preferentemente en el robot o procesador para que nos queden muy trituradas, y
las disponemos sobre un molde desmontable y cubierto con papel para hornear, lo
que nos facilitará el emplatado. Presionamos bien y reservamos en la nevera
mientras preparamos el cuerpo del cheesecake.
Para ello mezclamos los huevos, el azúcar, la nata y el
queso hasta obtener una pasta homogénea, lo cual, evidentemente, es más fácil
de hacer con un robot o procesador.
Vertemos la mezcla sobre la base de galletas y horneamos a
180º C durante 1 hora o hasta que al pinchar el pastel con un palillo, éste
salga limpio.
Dejamos enfriar sin desmoldar y la cubrimos de mermelada de
frambuesas. Huelga decir que si alguien quiere cambiar la mermelada de
frambuesas por la de otro sabor, puede hacerlo sin que ello afecte en absoluto
a las bondades del pastel… pero ya os he dicho que estoy obsesionada con las
frambuesas…
Y ponemos nuestro cheesecake en la nevera, con molde y todo
hasta el día siguiente. Pasadas 24 horas, desmoldamos y nos lo comemos… ¡buen
provecho!
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