El otoño ya está aquí, y para
darle la bienvenida como se merece, haremos unas mini tartas de frutos del
bosque… frambuesas, arándanos, moras, grosellas, incluso fresas son bienvenidas
a participar de este postre, pero como sabéis, en estas latitudes no son
siempre fáciles de conseguir, y cuando las conseguimos no son precisamente
baratas. La solución: utilizarlas congeladas. Como vamos a hornearlas, no se
nota la diferencia en absoluto y son mucho más accesibles.
Decía que haremos mini tartas, pero por supuesto que, quien lo prefiera, puede hacerla en versión grande, teniendo en cuenta únicamente que es una tarta muy difícil de desmoldar (por no decir, imposible), ya que la elaboraremos con una masa con un porcentaje muy alto de materia grasa, lo cual la hace deliciosamente quebradiza, pero también complicada de manipular. Es decir, que hay que hacerla en un molde bonito, que podamos sacar a la mesa sin tener que desmoldar. Y habrá quien pregunte ¿por qué esta masa? Pues porque le va perfecta a los frutos del bosque; no lleva ni pizca de azúcar (el azúcar de la receta es únicamente para endulzar la fruta, y no la masa), es decir que esta receta es ideal para aquellas personas que te dicen “sírveme poquito que a mí los dulces no me gustan mucho”… esos, con esta tarta, repetirán… y a los que les gustan los dulces muy dulces, les recomiendo que acompañen su porción de una buena ración de nata o de crema chantilly. Por si todo eso fuera poco, es superfácil de hacer y siempre, siempre sale bien.
Ingredientes:
280 g de harina
1 cuchara pequeña de sal
175 g de mantequilla fría
5 cucharas grandes de agua
700 g de frutos del bosque
congelados
200 g de azúcar
3 cucharas grandes de maizena
1 cuchara pequeña de vainilla
líquida
Comenzamos
preparando la masa, para lo cual unimos la harina, la sal y la mantequilla fría,
y trabajamos con los dedos hasta integrar perfectamente la mantequilla.
Agregamos el agua, teniendo en cuenta que las 5 cucharas son una medida
aproximada de lo que vamos a necesitar para poder unirla masa. Una vez la
tengamos, la dejamos descansar 15 minutos en la nevera.
Entre
tanto, preparamos los frutos del bosque, que utilizaremos congelados, sin
necesidad de descongelar previamente, y los unimos al azúcar, la maizena y la
vainilla, mezclando bien.
Estiramos
la masa, la separamos en dos partes iguales y con una de ellas cortamos discos con
los que cubrimos las bases de unos moldes individuales (o la base de una
tartera normal). Pinchamos las masas y distribuimos los frutos del bosque sobre
ellas. Cubrimos cada mini tarta con discos que haremos con la otra mitad de la
masa. Llegados a este punto es importante pinchar la superficie de nuestras
tartas, para permitir que el vapor que se genera durante la cocción pueda salir
sin hacerlas explotar. También podemos decorarlas con los trocitos de masa que
nos queden (yo les puse pequeñas flores y hojitas que corte con cortantes de
fondant). Y finalmente horneamos durante 40 minutos a 200º C.
Las dejamos enfriar y las disfrutamos con o sin nata. ¡Buen provecho!
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